¿Quiénes somos?
Nunca tuve los patines de cuatro ruedas que de niña tanto desee… Los pedí cada año, insistentemente, año tras año, a los reyes magos de Oriente o de donde diablos vinieran.
Ves a saber…
Cuando era niña me imaginaba surfeando las calles de mi pueblo sobre unos artefactos casi voladores, que podían teletransportarme a cualquier mágico lugar que yo deseara. Me veía sobre ellos, con el viento azotando mi cara, los ojos achinados , mi pelo moreno, liso y brillante, ardiendo como llama hacia atrás.
Yo era pequeña y menuda para mi edad, mi hermana menor me sacaba una cabeza , pero chincheta como era, me sentía poderosa, grande, bendecida por la vida y con una energía sobrenatural. Mis padres eran pobres, muy humildes y tenían seis hijos, yo soy la tercera . Una súper familia numerosa de ocho miembros.
Diez de la noche, 5 de Enero de 1979 , no recuerdo en qué pueblo, seis niños pequeños de entre 3 años de edad y 10, nos zambullíamos en nuestras camitas, en aquellas literas verdes hierba a intentar conciliar el sueño, una noche de reyes fría y oscura.
Con los ojos abesugados, esperando ver nacer la luz del alba, levantarnos y abrir nuestros deseados sueños, envueltos en papel navideño , ( también con el deseo ardiente de pillar y ver a los reyes magos entrar por la ventana, cargados de mil tesoros).
No dormíamos. La ilusión y emoción nos atrapaba,
como monstruo que te agarra por el pie y no te suelta. Ruidos, risas, murmullos y ¡ shhh! : calla que viene la mama…
Seis de enero de 1979 , casi de madrugada, 6 pequeños bichitos saltaban, uno tras otro de las literas verdes hierba y se lanzaban al pasillo que les llevaba al comedor.
Cada uno cogía su regalo y sentados uno al lado del otro, arrancábamos ese colorido papel hasta ver nuestro soñado regalo.
Nuestras caras, un poema.
Unos de alegría porque los reyes magos de Oriente habían completado, más o menos con éxito, la misión de acertar con el regalo deseado y otros con cara de tristeza y desilusión, al ver que sus patines de cuatro ruedas voladores no estaban ahí…
Los reyes magos no se habían acordado de mi, en su lugar, había una fea muñeca con unos ojos que giraban dentro de sus cuencas, mirándome con sonrisa burlona.
Y ahí estaba yo, arrasada por el huracán , triste, desilusionada, más pequeña todavía, metida en mi, queriendo engullirme a mi misma hasta desaparecer.
Recuerdo que esa película se repitió año tras año, como un mal sueño donde nunca despiertas, hasta que crecí y se desvanecieron las ganas y los sueños de volar sobre ruedas.
Nunca los reyes magos de Oriente o de donde diablos vinieran, me trajeron mis patines de cuatro ruedas, SURFEADORES de VIENTOS, BATALLAS Y MAREAS…